jueves, 9 de enero de 2014

Bachillerato: Adiós, glamour. Esquema organizativo.


 
 
El País, lunes, 7 de enero de 2002
JOSÉ MARÍA GUELBENZU
Adiós, 'glamour'
 
 
Ahora que al mundo del cine lo acusan de repetitivo, de insustancial, de vivir a costa de remakes, de comedias tontas y de explosiones, llamaradas y toda clase de efectos especiales, no dejo de pensar en lo que fue el mundo de las estrellas hasta hace apenas treinta años, quizá menos. Porque lo cierto es que las llamadas estrellas de la pantalla han desaparecido del firmamento del cine. ¿Qué estrellas? Bien, estoy pensando en actores como Cary Grant, James Stewart o John Wayne, o en estrellas como Ava Gardner, Audrey Hepburn o Lana Turner. La verdad es que nadie les exigió ser grandes actores o actrices, aunque unos lo fueran de verdad y otros se limitaran a repetir su personaje. De hecho ha habido grandes actores (Charles Laughton, por ejemplo) que no alcanzaron la popularidad o el gancho de las estrellas, pero eso era sencillamente porque las estrellas eran otra categoría y lucían como tales por encima de cualquier otra consideración.
 
La verdad es que aquél era un mundo de una falsedad total en el que nadie era lo que parecía, pero también es cierto que sólo unos cuantos seres de origen humano entre muchos miles alcanzaron la categoría de estrellas. Y si alguien me pregunta qué tenían esos elegidos que no tuvieran los demás, sólo les puedo responder con una palabra: glamour.
 
Por lo general, las estrellas de hoy se caracterizan por ser efímeras o por ser sustituibles. Un año resulta ser la reina de las pantallas Cameron Díaz y cuando ya la tienes localizada resulta que ahora la reina es Jennifer Anniston; y apenas unos meses más tarde la reina es una tal Angelina Jolie, pero luego abres el Tentaciones de la semana siguiente y resulta que la que manda es la hija de Goldie Hawn, que ya ni me ha dado tiempo a enterarme de cómo se llama.
 
Los tiempos cambian, qué duda cabe, y también cambia la velocidad de crucero de los acontecimientos. Los músicos o los actores responden a necesidades simples, a representaciones inmediatas. No hay dos Lou Reed, pero hay centenares de Britneys Spears, y por eso son tan fugaces; hoy todos los ombligos van al aire. ¿También cambian los sueños? Las estrellas, los mitos, responden a deseos y originan sueños. El culto actual a la velocidad, a la prisa, al logro urgente, favorece el intercambio urgente, pero no permite el tiempo de reposo que necesita un símbolo para conformarse; quizá tenga que ver con la diferencia que existe entre un modelo y un espejo: el primero es un resumen de ejemplaridad, del orden que sea; el segundo se limita a reproducir nuestra imagen.
 
No diré que confundo a Gwyneth Paltrow con Cameron Díaz, pero sí diré que, más o menos, me da lo mismo una que otra. La diferencia es escasa, el repertorio también y la imagen responde a un mismo estereotipo. También era un estereotipo la rubia, pero ¡vaya si se distinguía a Lana Turner de Marlene Dietrich! El problema está en que las estrellas eran símbolos y aun mitos, y las estrellitas actuales son chicas y chicos en todo semejantes a los espectadores que les contemplan. ¿Democracia? ¿Igualitarismo? Me temo que la razón es el puro ejercicio de la compraventa. 'Cómprese a sí mismo' vienen a decirte. ¿Y las estrellas qué eran si no? Pues lo mismo, en efecto, pero tenían glamour, que es lo que no tenían los espectadores.
 
La masificación sólo quiere más de lo mismo, y especialmente el consumidor quiere verse reflejado en las pantallas. No quiere imaginarse, quiere verse; ésa es la diferencia. Las estrellas eran un producto, sin duda, pero entraban en una pantalla o en un salón y suspendían el aliento de los presentes. No juzgo; yo, como decía Guillermo Brown, sólo hago constar un hecho. ¿No hay mitos? Lo más parecido hoy quizá sea una Sigourney Weaver, el resto parece un interminable procesión de colegialas arregladas. Actores o actrices admirables sigue habiendo, es una línea que se mantiene constante, pensemos en Kevin Spacey o Julianne Moore; pero estrellas... El cielo se ha desplomado sobre nosotros. O no necesitamos mitos o, lo que sería más doloroso, ya no sabemos lo que es un mito.
 
El País, lunes, 7 de enero de 2002


COMENTARIO


 

 

1. TEMA.

 

El texto aborda el tema de la pérdida del glamour en el panorama cinematográfico actual puesto que los actores actuales se limitan a repetir estereotipos extraidos de los propios espectadores.

 

 

 

2. ESQUEMA DE LA ESTRUCTURA.

 

 

 

1. Tesis o idea principal: en la actualidad ya no hay verdaderas estrellas de cine

 

1.1. Motivo de la reflexión: el panorama cinematográfico actual es insustancial.

1.2. Causa del fenómeno: han desaparecido las estrellas.

 

2. Argumentación.

 

2.1. Análisis y valoración del pasado:

2.1.1. Análisis y valoración de las estrellas de entonces.

2.1.1.1. Ejemplos de aquellas estrellas.

2.1.1.2. Distinción entre buenos actores y auténticas estrellas.

2.1.2. Análisis y valoración de los tiempos pasados:

2.1.2.1. Es cierto que era un mundo ficticio, falso.

2.1.2.2. El glamour distinguía a unos pocos elegidos.

 

2.2. Análisis y valoración del tiempo presente:

2.2.1. Análisis y valoración de las estrellas actuales: son efímeras y sustituibles.

2.2.2.1. Ejemplos de estas estrellas.

2.2.2. La causa de este cambio es la aceleración del presente con respecto al pasado .

2.2.2.2. Los artistas modernos responden a necesidades simples y representaciones inmediatas, y por eso son tan fugaces.

2.2.2.3. El culto actual a la velocidad y a la prisa provocan que no perduren ni los sueños ni los símbolos.

 

2.3. Comparación entre el ayer y el hoy:

2.3.1. Hoy se confunden las actrices; son estereotipos.

2.3.2. Antes las estrellas eran mitos; ahora son iguales a los espectadores.

2.3.3. Interpretación de la diferencia entre ambas épocas: aunque tanto entonces como ahora las estrellas son un producto del mercado, al menos las de antes tenían glamour.

 

3. Conclusiones. Se retoman ideas semejantes a las del principio.

 

3.1. Afirmación de que en el cine actual hay buenos actores, pero no mitos), por dos razones:

3.1.1. Porque no los necesitamos.

3.1.2. Porque desconocemos el concepto de mito.

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