El
barroco
El término barroco
es un adjetivo francés que se utiliza para nombrar la complicación de las
formas artísticas.
Históricamente el
Barroco es una época compleja, de grandes contrastes que abarca desde la muerte
de Felipe II (1598) hasta la muerte de Carlos II (1700). Los reinados de Felipe
III y Felipe IV son momentos progresivos de la decadencia española que se manifiesta
en todos los aspectos de la vida. Se extiende a la política con el sistema de
abusos y la corrupción de la administración; a la economía a causa de la
hipoteca que tiene que sobrellevar el Estado a consecuencia de las guerras y
los gastos oficiales; y a la sociedad con el aumento de los impuestos, las
pestes y el hambre que acrecientan el pesimismo que tiñe el pensamiento de la
época.
El
hombre, según se piensa en el XVII, es un hombre en lucha, con toda la comitiva
de males que a la lucha acompañan, con los posibles aprovechamientos también
que el dolor lleva tras de sí, más o menos ocultos. En primer lugar, se
encuentra el individuo en combate interno consigo mismo, de donde nacen tantas
inquietudes, cuidados y hasta violencias que, desde su interior, irrumpen fuera
y se proyectan en sus relaciones con el mundo y con los demás hombres. El
hombre es un ser agónico, en lucha dentro de sí, como nos revelan tanto los
soliloquios como las tragedias de Shakespeare, de Racine, de Calderón (…). “La
vida del hombre es guerra consigo mismo”, dirá Quevedo. “Síguese no ser otra
cosa nuestra vida que una continua y perpetua guerra, sin género de tregua o
paz”, escribirá también Suárez de Figueroa. Estamos ante una visión de
apariencia ascética que se extiende por toda Europa, pero que se desplaza hacia
una afirmación del dominio sobre el mundo. (…)
Pero,
además, los movimientos de oposición política, las rebeldías y conspiraciones,
y, sobre todo, el hecho nuevo de que la guerra se haya constituido en un modo
general y persistente de relacionarse los pueblos suscitan una concepción del
hombre como sujeto en perenne y constitutiva pugna con sus semejantes.
José Antonio
Maravall, La cultura del Barroco.
En el Barroco se
pasa del optimismo propio del Renacimiento al desencanto general. De ahí que
cambie la imagen que el ser humano tenía de sí mismo, lo que repercute en el
arte y en la literatura.
Asistimos en esta
época al triunfo de la Contrarreforma que produjo un mundo cerrado, envuelto en
una concepción perpetua de pecado, que contrasta con la confianza en la
naturaleza que había transmitido el Renacimiento. La sentencia de Hobbes, “el hombre es un lobo para el hombre”,
cobra sentido, tanto en la vida social, como en plano ideológico.
El hombre ya no es
el centro del universo, ahora no es más que un ser anónimo, que pugna contra el
mundo que le rodea. Es duro el contraste entre la antigua concepción
renacentista que abogaba por el goce de la vida y la nueva situación que se
orienta hacia la búsqueda del equilibrio espiritual y de una profunda
religiosidad para evitar el desengaño de la vida terrenal. Es una tensión
constante: materia frente a espíritu, sensualismo frente a espiritualidad, lujo
frente a miseria, refinado frente a chabacano.
Estos contrastes
conforman un arte barroco marcado por el artificio. Se produce así la pérdida
del equilibrio clásico, el deseo de originalidad, el desbordamiento expresivo y
la preferencia por las líneas onduladas; elementos todos ellos que no son más
que formas de luchar contra la inestabilidad de la vida.
En pintura, por
ejemplo, conviven el tenebrismo y la sensualidad del color y la luz, en
literatura los contrastes se suceden en la obra del propio escritor que puede
presentar una imagen deformada de la mujer, mediante la mordaz caricatura, y,
al mismo tiempo, recuperar la visión estilizada de ensalzamiento propia del
Renacimiento.
El tema del tiempo, verdadero drama del hombre
barroco, cobra así una importancia capital porque enseña la peor lección del
desengaño humano: que la vida no es más que un camino hacia un fin ineludible,
la muerte.
La
naturaleza ha hecho a los hombres tan iguales en las facultades del cuerpo y
del espíritu que, si bien un hombre es, a veces evidentemente, más fuerte de
cuerpo o más sagaz de entendimiento que otro, cuando se considera en conjunto,
la diferencia entre hombre y hombre no es tan importante que uno pueda
reclamar, a base de ella, para sí mismo un beneficio cualquiera al que otro no
pueda aspirar como él. (…)
De
esta igualdad, en cuanto a la capacidad, se deriva la igualdad de esperanza
respecto a la consecución de nuestros fines. Esta es la causa de nuestros
fines. Esta es la causa de que si dos hombres desean la misma cosa, y en modo
alguno pueden disfrutarla ambos, se vuelven enemigos, y en el camino que
conduce al fin tratan de aniquilarse o sojuzgarse el uno al otro.
Leviatan, Hobbes.
Los temas del
Barroco:
a) Hacia lo
trascendente, es decir, hacia la religiosidad y la otra vida. Destacan temas
como:
-El tiempo,
expresado, mediante reflexiones directas o motivos, como el reloj, las flores o
el ubi sunt.
-El desengaño.
- Las lecciones
morales.
-El valor de la
vida y la muerte.
b) Hacia el mundo
y los sentidos. En este grupo destacan:
-La exaltación de
la belleza.
-La afirmación de
la vida.
-La importancia
del amor.
-El elogio de la
naturaleza.
Otro tema muy
común en el Barroco, que también permite acceder a la dualidad de tendencias es
el del sueño.
Esa preferencia
por el contraste se manifiesta en las figuras literarias: metáforas,
comparaciones, hipérboles, oxímoron, etc.
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