viernes, 27 de diciembre de 2013

Inéditos: Sin artificio, muéstrate como eres.


 

Sin artificio, muéstrate como eres.

 

 
 
Si los delfines mueren de amor

pobre de mí, qué harán los hombres

que tienen tristes los corazones.

Cancionero de la lírica tradicional

 

 

Confieso que te he fallado, Raúl. Tú me ayudaste tanto, intentaste protegerme contra todo, sin embargo, no te he hecho nunca  ni pizca de caso. Todas las enmiendas que tú has forjado para contrarrestar mis actos, las he malogrado yo. Por eso, querido amigo, te pido perdón.  Todavía no sé lo que siento hacia ti,  aún debo aclarar mis sentimientos.  Primero he de abrir la caja de Pandora. Necesito darme un respiro, antes de bucear en mis sentimientos. Ahora me siento vulnerable. ¿En qué narices he estado pensado? Siento en la nuca el aliento de cosas que preferiría olvidar, no sabes cuán insignificantemente  soy. El pasado es frágil e inestable, pero aún no sé a dónde me dirijo.. Sé que me he evadido en otras ocasiones, pero ahora y de repente, ¿de qué quieres hablar?

Dices que Jaime es un cabrón y un sinvergüenza y tienes razón. Pero, ¡qué dolorosa es la despedida! Sabes que lo he querido. ¡Cómo romper de repente unos hilos que nos han unido durante tantos meses!  Tu carta quema entre mis manos. He estado tan herméticamente encerrada en mi mundo que no me he dado cuenta de los cambios que se producían a mi alrededor y ahora esos cambios han llegado demasiado lejos. ¿Cómo he podido estar tan ciega? ¿Cómo es posible que nunca me haya dado cuenta de lo que sentías? No es que no quiera hablar contigo. Sí, sí que quiero, pero primero tengo saber a dónde me dirijo. Ojalá pudieras ayudarme a entender. No quiero que pienses que tu amistad no significa nada para mí, significa mucho, lo que ocurre es que estoy colapsada, desconcertada y he de ordenar mis sentimientos.  Siento que floto en un sueño y cuando despierto nada tiene sentido. Sé que tienes un nudo en la garganta, pero no puedes obligarme a que te quiera. La vida es algo más que salir con alguien. Una y otra vez he sentido esa retahíla, tú mismo me lo has dicho en más de una ocasión. Así que ahora sólo te pido que esperes. Simplemente no estoy preparada para hablar de ello, ¿te vale? Cuando era pequeña pensaba que la vida siempre era justa, pero ahora me doy cuenta de que no es así. Ahora sé que es una idea ridícula. Quiero saber por qué no te conozco, por qué siento que te has metamorfoseado. Recuerdo lo que hemos vivido juntos a una velocidad vertiginosa. Y aunque digas que me quieres yo me siento profunda e infinitivamente sola y aturdida,  como si todo sucediese al margen de mí misma. Nadie parece ser consciente de que yo soy una persona de carne y hueso con sentimientos. No voy a salir con un chico sólo porque él sienta algo por mí, eso sería una estupidez. Luego imagino la suplicante mirada de tus ojos. ¡¡¡Ay, tú siempre has sido mi mejor amigo!!!

 

Miedo

Las dudas se clavaron como espinas entre nosotros.

Indeleble la barrera del miedo.

Miedo a volar y perder todo lo que un día

fue sólo nuestro.

Malditas horas de incertidumbre.

Los ojos perdidos en la oscuridad.

La ansiedad que mata…

Que destrozo ese deseo mío.

Roto y vacío nada te dije

y volví a sentir miedo.

 

Este fin de semana es idéntico a otros. Llamó Ágata a las dos. Hemos quedado en el bar de siempre  Mientras espero que todos lleguen, escucho un murmullo de risas al fondo,  un murmullo que conozco muy bien. La gente apiñada ante la caja pide su propia consumición.   

­­­­­­        –Un cortado- digo muy bajito. 

Creo que tus amigos van  a asesinarme  con su mirada. Ya sé que todos saben que tú me gustas, pero no me atrevo a decirte ni pío. Secas tus manos y te acercas. Sonríen tus amigos, acechando cada mirada mía. Sólo son  miradas  desesperadas.  Mi mano flácida, tembletea de pánico, pero yo  me hago  el firme propósito de adelantarme hasta a mesa más próxima, sin derramar el líquido y sin siquiera mirarte.  Para ti, probablemente es un juego;  para mí,  es una tristeza continua, un deseo que atraviesa las mesas y me dirige a ti sin que yo pueda hacer nada. Luego, cuando vuelvo a  casa,  me derrumba esa tristeza  tonta que todo lo envuelve y que únicamente habla de mis sentimientos.  

 Es una paranoia estúpida, ¿por qué no actúo? ¿Qué voy a perder? ¿Mi dignidad?


 

Tu mirada en mi mirada, diosa, virgen, inocente

consigue su objetivo, atrapa mis ojos.

Y el color de mi corazón, pintado de verde,

ahogado de amor.

Entre la gente grita esa mirada. ¿Me comprendes, verdad?

¿Me quieres, verdad?

¿Qué dices? Gritan mis ojos sin querer, 

clavados en el vacío.

Al fondo, sí, allí estas. Dibujas más y más palabras

que se enredan entre las sillas y la gente.

Subes hacia mí, haciéndome sentir esa locura

de mirarme y humedecer tu corazón con mis sueños.

La luz de tus ojos es un semáforo verde.

que atraviesas el humo y los gritos.

Escucho el ruido del silencio. La multitud está muda.

Sólo oigo el lenguaje de tus ojos.

 

No puedo desasirme de esa  mirada tuya: empiezas  lentamente por las mesas más alejadas a la mía, ni me atrevo a dirigir mis ojos a ese puntito perdido, me quedo removiendo el cortado,  intentando mostrar una seguridad ilusoria. Reconozcámoslo: ¿A quién pretendo engañar? Casi rozas esa mirada mía aderezada con palabras dulces, disfraz de mi amor hacia ti.

 En el cajón, la carta de Raúl me desengaña más que todos esos chismes que he escuchado por ahí. Amigas –como Ágata –  incordian en mis sentimientos.

-Deberías quitártelo de la cabeza  porque ha salido con tantas tías que sus lamentos recorren la barra del bar donde trabaja.  Te ha elegido como presa y ese toma y daca no tiene ningún sentido. En todos esos actos se muestra su calaña, o pasas de él o acabarás más rayada que un disco de vinilo con la canción de siempre. Sé cuánta razón tienen, pero no las escucho y hago caso omiso a sus palabras.  Nuevamente el poema de Raúl, pretende poner las cosas en su sitio. Tampoco me sirve para nada, porque sigo erre que te erre.

 

Ni un mínimo gesto traspasa la maleza de tu alma.

Se clava mi mirada en ti. ¡Te escapas!

Corto la corteza del árbol y sangra. Silba el golfo.

Te marchas.

Ni siquiera me miras al pasar.

Yo grapada a tu corazón y tú

balanceándote.

Vienes                         Te vas.

Me cuesta creer que tengas tanto poder

para conseguir que llore cuando al alba

me asusto porque otra espina ha roto el rayo del sol.

¡Qué sola se queda mi alma!

Ella esta bañada con tus ojos.

Esos que reflejan un encanto especial.

Sólo vanidad quizás...

 

Tu carta es más descorazonadora si cabe. En ella, amigo mío, haces caso omiso de mi entusiasmo y me descubres lo que se esconde detrás de esa mirada. Tienes tanta razón que me duele reconocerlo.

¡Ah! Si cuando alguien te gusta, se te nota mucho; no te preocupes, que con buena técnica  se  acaba  disimulando. Lo mejor es no mirarle los ojos o  estás perdida. Los ojos desenmascaran nuestras inquietudes. La persona puede disimular, pero los sentimientos acaban saliendo a flote. Si cada vez que lo ves te tiemblan las piernas, lo mejor que podrías hacer es no verlo porque así lo único que consigues es amargarte la vida y dejarle claro que le vas detrás,  con lo cual ten por seguro que se reirá de ti todo lo que quiera y más, en cuanto te gires. Por lo visto tienes una fobia con las miraditas que no ves más de tres palmos  y él que te mire una persona no significa nada, puede estar criticándote o pensando en otra. Si vas a hablar con él (como pretendes)  acabarás por estropearlo todo y ten por seguro que no se cortará un pelo si te rebajas de ese modo.

 Es como un jarro de agua fría, ahí donde más me duele, en esa herida que acaba de abrirse. Ni pizca de caso. Tienes que reconocer, al menos, que en este caso, te equivocaste de lleno; porque hice acopio de valor y conseguí lo que quería. Sé que no estuviste de acuerdo, ya que deje de lado mi dignidad,  algo que nunca deberían arrebatarnos.  Yo sabía muy bien dónde me metía, aunque no quise reconocerlo. Jaime no era trigo limpio, un día u otro esa burbuja de aire que me había construido alrededor de nuestro amor,  estallaría de pleno. Tus consejos ponían las cosas en su sitio, me hacían ver lo que había detrás de ese niñato por el que sentía una atracción fatal. 

 

Mari Carmen Moreno Mozo

Fragmentos


 

 

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